Arrinconadas por el virus y la crisis, parroquias agotan sus recursos
Chilpancingo, Guerrero.- La pandemia ha puesto bajo un doble cerco a las comunidades parroquiales de localidades empobrecidas al lidiar con el virus y la crisis económica: se asfixian entre su supervivencia y la caridad que les obliga a ayudar a sus pueblos. Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa, manifiesta su preocupación: “Nos va llegando la crisis, nos va cercando la pandemia, pero no tenemos ningún recurso extra para esta emergencia”.
Confiados en la providencia y la caridad de la gente, los sacerdotes y el obispo de la golpeada región guerrerense realizan su ministerio afrontando diferentes desafíos: el descrédito de mucha gente al coronavirus, la indiferencia frente a las medidas de cuidado, la rebeldía ante las sugerencias de los pastores, la crisis económica y la desbordada inseguridad:
“Ya nos hemos enfrentado a esto: son las mismas personas las que no se quieren disciplinar a las medidas que nos han dado las autoridades sanitarias. Muchas de ellas no creen en el coronavirus, siguen celebrando sus fiestas a pesar de las recomendaciones de los propios sacerdotes. Creo que el gran reto que tenemos es el de educar más a las personas pues mucha gente aún no ha hecho caso”.
El segundo desafío para el obispo es la crisis económica: “Vivimos de la caridad de las personas, de las limosnas. Muchos sacerdotes no tenían fondos parroquiales y ahora estamos con esa dificultad de cómo seguirnos manteniendo, sobre todo para pagar los servicios y a las personas”.
“Confiamos en Dios y en la caridad de la gente, pero ahora todo mundo se volvió pobre. Por ejemplo, quienes asisten a nuestras iglesias en la diócesis suelen ser de clase media y baja, principalmente; con esta crisis muchas de estas personas se han quedado sin trabajo, no tienen para llevar el sustento todos los días. Esta crisis es algo fuerte que vendrá”.
La preocupación del obispo Rangel ha sido llevada al Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano porque esta realidad se replica en otras diócesis con comunidades empobrecidas y amenazadas por la violencia; y todos los esfuerzos de las parroquias se orientan en atender las prioridades de salud y alimentación de la población.
“En muchas parroquias estamos organizando la caridad, se ofrece comida y se reparten despensas. Desde hace más de un mes a mucha gente se le han agotado sus recursos. Creo que no estamos respondiendo como quisiéramos, pero sí estamos haciendo esa conciencia de ser solidarios; y de lo poco que tenemos y vamos consiguiendo se está dando esa ayuda”.
Algunas de las iglesias de Chilpancingo-Chilapa practican la solidaridad y la supervivencia al mismo tiempo, sin fondo para emergencias y con el recrudecimiento de la pobreza en sus localidades. Por fortuna, aún ninguno de los sacerdotes de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa ha contraído el COVID-19 pero algunos familiares de estos sí han fallecido o padecido los estragos de la pandemia: “Siento que va llegando, que nos va cercando la pandemia, pero no tenemos ningún recurso”.
Durante la última reunión del Consejo de Presidencia de la CEM que se realizó por medio de videoconferencia, el obispo Rangel Mendoza advertía a sus hermanos de esta situación: “Así como nos preocupa la gente y sus necesidades en medio de la pandemia, también debemos tener claro que muchas diócesis están muy necesitadas. Se mencionaba la diócesis de Tlapa o El Nayar, por ejemplo, y creo que debemos hacer algo en favor de estas diócesis necesitadas”.